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ACTIVIDADES: Talleres de Danzas Arquetípicas para la mujer, Círculos de la Luna, Meditaciones y encuentros de Amor y Consciencia Universal, Espectáculos y conciertos, Celebraciones estacionales y mágicas, Senderismo y naturaleza consciente, Talleres de Arteterapia y Creatividad: Despertando al niño interior, Bancos de tiempo y trueque, reconociendo las plantas de la madre Tierra y sus múltiples usos...
martes, 11 de diciembre de 2012
PADECERES PSICOSOMATICOS E HISTERICOS DE UNA AFRODITA MAL ASPECTADA
Artículo de Núria Camps Salat
INTRODUCCIÓN
La ponencia que hoy presento se basa en el trabajo del Dr. Eduardo Grecco,
La Canción de Eva, doce arquetipos femeninos, que he tenido el honor de
hacer mía poco a poco, por sugerencia del mismo Dr. Grecco.
Primero la viví como alumna, luego como paciente, proceso en el que todavía
sigo, luego tuve la oportunidad de impartirla como Taller en La Habana,
Barcelona, San José de Costa Rica y hoy, espero poderles presentar a ustedes
un enfoque más profundo sobre uno de los arquetipos, el de Afrodita, reprimido
por muchas, si no casi todas las mujeres, temido por los hombres y rechazado
por la sociedad.
¿Por qué tanta dificultad en vivir a Afrodita?
Uno de los intereses más grandes de la sociedad patriarcal, ha sido
desconectar a las mujeres de su poder, de su vivencia como diosas capaces de
decidir libremente sobre su vida. Dicho poder, reside principalmente en su
sexualidad.
“La opresión de la espiritualidad femenina es un evento relativamente
reciente en la historia de la humanidad, pero se ha llevado a cabo de un
modo tan exhaustivo que sólo quedan rastros de ella en el folklore
occidental, la arqueología, los mitos y las leyendas. Pero por sobre todas
las cosas está presente en el interior de la mujer, que aún necesita
experimentarla” (Gray M. 1999, p.76)
Este poder de las mujeres incluía no solo los elementos de la naturaleza que, al
consumirse, proporcionaban la inmortalidad, sino también la escritura, la
filosofía y el conocimiento en general. Ellas eran las encargadas de educar y
cultivar a los seres humanos; eran maestras y musas.
Todo ello queda reflejado en los mitos, que nos dan cuenta de esta época
pasada. Época en que la mujer gozaba de libertad sexual y libertad en la
elección de pareja, dado que no existía relación entre sexualidad y procreación.
Los hombres estaban exentos de responsabilidad en ese sentido.
No es el momento de entrar en detalles sobre cómo se pasó de la sociedad
matriarcal a la patriarcal. Pero si es importante destacar dos aspectos.
- La sociedad patriarcal representa la lucha por el poder y
el sometimiento de las mujeres, por parte de los hombres.
“(…) De esta forma, la sociedad patriarcal nace a partir de que los varones
arrebatan a la mujer la profesión de instruir y se apropian del derecho a la
instrucción, como de otras tantas actividades” (Serrano, A.S. 2007 p.32)
La sociedad patriarcal, es una sociedad desequilibrada, pues desde su origen
ha tratado de eliminar la energía femenina. Pero, dado que la energía no se
crea ni se destruye, solo se transforma, lo que ha logrado el patriarcado es
reprimir nuestra energía femenina, alejándonos así del sentir. No solo la de las
mujeres sino también la de los hombres. Y eso ha tenido importantes
consecuencias para toda la sociedad.
Cuando la divinidad femenina – La Diosa – no es reverenciada, las
estructuras sociales y psíquicas se convierten en mecánicas en exceso,
políticas en exceso, militarizadas en exceso. El pensamiento, el juicio y
la racionalidad se constituyen como los factores dominantes. La
necesidad de la relación, el sentimiento, el cariño o el cuidado de la
naturaleza quedan desatendidos. No hay equilibrio, no hay armonía en el
interior de uno mismo, ni en el mundo exterior. (…) Como resultado de
este proceso nos sentimos tristemente mutilados en nuestra búsqueda
de la salud y la completitud” ( Qualls-Corbett, N. 1997. P. 18)
Esta represión de nuestra energía, se ha logrado en gran parte por medio de
condenar nuestra sexualidad. Afrodita, es el arquetipo que simboliza a la mujer
independiente, autónoma, protagonista de su propia vida y que está con quien
quiere estar.
Una Afrodita bien aspectada es creadora, seductora, atrayente, capaz de ser
dueña de su vida. La relación no la amarra, sigue siendo libre. Características
todas pertenecientes a las diosas regentes de la sociedad matriarcal.
Para la sociedad patriarcal, una mujer de estas características es muy
amenazante. Es peligrosa, porque detenta el poder femenino.
La forma que tiene de eliminarla, de negarle ese poder es condenándola,
culpabilizándola y ello a través de su sexualidad y de su erotismo.
“Cuando en las culturas patriarcales se degrada la sexualidad y la
sensualidad, la mujer Afrodita es considerada como prostituta o
tentadora” (E. Grecco)
Esta opresión patriarcal, nos lleva a las mujeres a desconectar a nuestra
Afrodita interior del poder que nos da la sexualidad mágica. Hay diferentes
maneras de negarse a vivir la Afrodita, y una de ellas es encarnando otros
arquetipos
La forma de resolver los conflictos en esta sociedad patriarcal es la violencia.
Los conflictos se resuelven agresivamente, por la ley del más fuerte,
explotando a los débiles y eliminado todo aquello que ponga en peligro el
sistema. La mujer, encarnando su Afrodita, siendo dueña de sí misma, de su
sexualidad y de su creatividad, pone en peligro el sistema patriarcal.
“Esta actitud agresiva para enfrentar los conflictos reposa en el principio
patriarcal de resolverlos por la fuerza, por la ley del más fuerte, la
explotación de los débiles y la eliminación de lo que ponga en peligro tal
sistema, aunque sea injusto, arbitrario, despótico e inicuo.” (Serrano, A.S.
Seth p. 19)
Lo que nos da equilibrio como sociedad, igual que como individuos, es la
integración amorosa de los opuestos y no la lucha entre ellos. La primera
propuesta significa un camino del alma, la segunda una respuesta yoica
basada en el poder.
“Lo que más desea una mujer es que la acepten como es, ya que la
sociedad masculina tiende a encasillarla en un papel lineal y una imagen
estereotipada, ignorando por completo su naturaleza cíclica; es por eso,
que al poder elegir entre los dos polos de su esencia, (la mujer) tiene la
posibilidad de integrar todos sus aspectos y transformarse en una bella
mujer equilibrada”(Gray, M. 1999, p. 53)
Afrodita es un eslabón de la cadena que la mujer debe trascender para
reencontrar le poder creador de su sexualidad mágica: desde reconocer en su
sombra a la esclava, arquetipo de Agar, que una vez liberada le permite
reconocer en ella a la puta, arquetipo de Eva, que le permitirá, una vez que lo
trascienda, llegar a Afrodita, paso previo para, a través de Medea, Sacerdotisa
y hechicera, hacerse dueña de su propia vida, convertirse en creadora de la
misma.
Reconciliarnos con nuestra Afrodita, es uno de los pasos que nos permitirá
recuperar el poder de decisión.
ARQUETIPOS FEMENINOS
Es importante que iniciemos por el concepto de arquetipo y su relación así
como la diferencia con el símbolo. El arquetipo es una cárcel que nos atrapa. El
símbolo es una fuerza que nos libera.
“En las sociedades primitivas el arquetipo era un instrumento de
aprendizaje, pues a través de la identificación con esa imagen el oyente
experimentaba una comprensión interna, consciente o inconsciente, y a
través de la cual podía despertar y expresar las energías arquetípicas”
(Gray M. 1999, p.49)
Para que el arquetipo se pueda realizar en su plenitud, el paso previo es la
reconciliación. Debemos reconciliarnos con el arquetipo que nos aprisiona,
vivirlo intensamente, con todo lo que implica, para trascenderlo.
Ello supone no pelearnos con aquello que somos, sino integrarlo en nuestra
vida. Y para lograrlo, debemos vivir las emociones que quedaron reprimidas,
hacerlas experiencia. Las emociones que no vivo, que no hago experiencia, no
las asimilo. Las emociones reprimidas regresan una y otra vez a mi vida en un
intento constante de hacerse experiencia
“(…) la emoción es algo que no pudimos vivir en la cual quedamos
retenidos, quedamos atrapados. Por eso la repetimos. Entonces ¿Qué
nos pide la emoción? La emoción nos pide ser vivida, la emoción lo que
nos pide es drenar eso en lo cual quedé atrapado, abrir la puerta de la
cárcel salir y vivir lo que tenga que vivir. (Grecco, E. Teología del cuerpo
p. 40)”
La emoción que no se vive, se convierte en síntoma corporal o en síntoma
histérico.
Viviendo esas emociones en las que estamos atrapados, llegamos al símbolo
que nos libera y nos permite acercarnos a la completitud. Y ello no se hace de
forma individual, sino colectiva.
Jung, nos habla del proceso de individuación. Este proceso se realiza a partir
de aquello que es común a toda la especie, lo que nos iguala y que Jung llama
arquetipos. Estos se han formado a partir de las experiencias colectivas que
por ser significativas para el grupo humano, se han ido repitiendo.
“No se trata de representaciones heredadas sino de posibilidades de
representaciones. Tampoco son una herencia individual sino, en
sustancia, general, tal como lo muestra la existencia universal de los
arquetipos” (Jung 1970, p. 95)
¿Cuáles son estas experiencias colectivas? Aquellas que han permitido la
supervivencia, la hominización y formas concretas de organizar la realidad
Siguiendo a Jung, podemos entonces considerar a los arquetipos como
modelos humanos potenciales que, una vez activados, o bien se expresan a
través de nuestras actitudes o acciones o bien los proyectamos en otras
personas
Desde estos aspectos comunes, los arquetipos, cada persona se va
diferenciando en la ontogenia, en su proceso histórico personal al que Jung
define como ciclo vital o tránsito evolutivo y llama individuación.
Lo que media entre arquetipos y la individuación son los símbolos
Los arquetipos como tales, conforman el psiquismo. Dado que estos no
pueden aparecer directamente en la conciencia lo hacen por medio de los
símbolos.
Gracias a los símbolos, el mundo se hace transparente y es posible que se
muestre la trascendencia.
Cada símbolo transmite un mensaje concreto, cumple una misión y asegura el
equilibrio de la psique.
Por medio de los símbolos es que se accede a lo universal. El hombre sale de
lo particular y se abre hacia lo general y lo universal. Al comprender el símbolo,
se llega a vivir lo universal
El símbolo se dirige al ser humano integral, y no solamente a su inteligencia.
La actividad simbólica constituye entonces el núcleo esencial de la vida
de la persona. Define un orden estructurante del sujeto: el orden
simbólico, el orden del lenguaje.
Recordemos que el símbolo es expresión de una realidad arquetípica, la
cual nunca puede ser revelada en su totalidad.
Símbolo es aquello que sirve para expresar una realidad, que aún
expresada, permanece desconocida. El símbolo es la mejor manera que
tenemos de hablar de algo, que sigue siendo desconocido, que sigue
siendo inagotable.(E. Grecco, Feminidad Cali p.18)
En concordancia con lo anterior, el arquetipo es una estructura de deseo, y
por ello busca realizarse y repetirse. Los arquetipos no existieron de forma
previa, pero hay un deseo universal en el ser humano de que existan. Como
nunca han existido, se organiza su existencia en fantasías, mitos y símbolos.
Sociedad
La sociedad se organiza en contra de la realización del deseo arquetípico, pues
ésta supone el fin de la base sobre la que se estructura la misma: el orden
simbólico que la regula aparece a consecuencia de la represión de lo
arquetípico.
Y desde aquí podemos establecer el vínculo con las dificultades que tienen las
mujeres en encontrarse con su propio centro, al quedar atrapadas en los
diferentes arquetipos femeninos.
La sociedad patriarcal ensalza en las mujeres la presencia de determinadas
características arquetípicas, a la vez que condena otras.
Y no solo establece esta dualidad, característica de la sociedad patriarcal que
exacerba la lucha de los opuestos, en vez de su integración amorosa, sino que
con ello lleva a las mujeres a la desconexión con su sombra, esa parte que,
deseosa de salir a la luz, es constantemente condenada y por ello reprimida y
acaba convirtiéndose en síntomas psicosomáticos e histéricos.
“No somos dueños de nuestra sombra hasta que la realizamos. Porque,
en verdad, la sombra es el destino que nos negamos a cumplir”.
(Serrano, A.S., Seth 33)
La posibilidad de conectar con nuestra sombra reprimida, nos viene dada a
partir de nuestras relaciones con los otros, a partir de darnos la posibilidad de
abrirnos a la relación amorosa en el encuentro con el otro. Mientras estamos
atrapados en los arquetipos, no permitimos que se de este encuentro con el
otro, no nos abrimos a la experiencia amorosa, sino que nos cuestionamos las
relaciones que tenemos. Y entonces, desde el control yoico, tratamos solo de
encontrarnos con aquellos que nos sentimos bien y con los que vamos a hacer
cosas.
Pero para conectar nuestra sombra, para abrirnos a la experiencia amorosa,
debemos abrirnos a las relaciones que la vida nos propone. Y ello es posible
en la medida que trabajamos para disminuir las resistencias que tenemos hacia
la experiencia amorosa. Dichas resistencias son principalmente, la razón, los
prejuicios, el conocimiento, la moral.
“”La sombra” es ese inconsciente que forma parte de nuestra
personalidad, y que nos demanda enfrentar y reconocer los aspectos
más rechazados y negativos de nosotras mismas. Conocer la sombra
nos lleva a transitar por un laberinto lleno de oportunidades para
encontrarse a una misma, ya que es el desconocimiento de “mi misma”
lo que no nos permite alcanzar la luz” (Serrano, A.S. 2007, p.87)
La sociedad patriarcal es una sociedad juzgadora, que con su dedo acusador,
nos impide entender que cada quien debe hacer con su vida lo que quiera. Al
permitir que la moral, a través de los prejuicios sociales, interfiera en mi vida,
me alejo de mi centro esencial, del camino de mi alma. Y como señala Bach,
esa es la causa de la enfermedad: permitir que los otros interfieran en mi vida o
yo interferir en la vida de los otros.
Características de Afrodita
“El arquetipo rige el disfrute del amor, la belleza, la sexualidad y la
sensualidad de las mujeres. (Bolen, S. 2010 p.311)
Cuando una mujer tiene este arquetipo presente, se enamora con frecuencia
y con facilidad, y posee un magnetismo que atrae a las otras personas. Este
arquetipo crea un carisma personal que arrastra a los demás y que hace que a
menudo Afrodita no considere al otro.
La pasión es el motor que mueve a Afrodita y el que le da la posibilidad de
cambio y crecimiento. Afrodita logra el éxito no porque se lo propone, sino
porque se apasiona en aquello que hace. Ese apasionamiento le permite ser
agente de cambio e innovación.
Este apasionamiento también la lleva muchas veces a no considerar las
consecuencias de sus actos. Por un lado, Afrodita actúa como si el resto de las
personas fueran como ella y le cuesta respetar otras identidades. Su pasión
despierta en los demás, sentimientos contrarios a los que ella pretende.
Afrodita seduce a menudo pues necesita el reconocimiento a lo que la sociedad
no le permite ser: una mujer independiente, dueña de sí misma y de su cuerpo,
que desea asumirse autónoma y libre.
“Cuando se degrada la sensualidad y la sexualidad en las mujeres –
como en las culturas judeocristianas, musulmana y otras culturas
patriarcales-, la mujer que encarna a “Afrodita, la amante” es
considerada como una tentadora o una prostituta. Así pues, este
arquetipo, si se expresa, puede enfrentar a una mujer con las pautas
generales de la moralidad. Las mujeres tipo Afrodita pueden ser
condenadas al ostracismo” (Bolen, S. 2010, p. 312)
En sus relaciones con los hombres esto le trae por un lado el dejar detrás suyo
una colección de hombres frustrados y enojados que ven el modo de
relacionarse de Afrodita un deseo sexual que ella no pretendía.
Por otro lado, su apasionamiento la lleva a enamorarse de hombres que no son
necesariamente buenos para ella. A pesar de su independencia y autonomía,
Afrodita suele enredarse en relaciones tormentosas y múltiples, que pueden
ser de larga o corta duración. SI bien Afrodita no busca el matrimonio, si tiene
una gran necesidad de ser amada y reconocida.
Los hombres que atraen a Afrodita son creativos, complejos, con bruscos
cambios de humor o emocionales. No son hombres que busquen estar en la
cima profesional, ni en posiciones de autoridad, tampoco buscan ser jefes de
familia, maridos o padres.
En su necesidad de pasión y reconocimiento, y si otros arquetipos no están
presentes, es probable que Afrodita siga el patrón de las relaciones en serie.
Afrodita es creativa, seductora, atrayente. Excita para frustrar, le gusta el
narcisismo de la conquista y siempre anhela lo que no tiene.
Afrodita busca un amante que la colme en sus necesidades eróticas. Al
mismo tiempo, lo afrodítico es también lo que permite que el compañero sane
sus heridas: la sexualidad es consoladora y sanadora para el hombre.
Por su encanto y capacidad de desarrollar atractivo erótico, puede cargar con
el rechazo sexual, con una lista de relaciones superficiales, ser explotada por
parte de los hombres y en consecuencia, perder su autoestima.
Por otro lado, su tendencia a enamorarse fácilmente, hace que los hombres se
sientan como dioses al ser escogidos, ya que Afrodita los ve como “el hombre
perfecto”, pero luego, cuando los rechaza, deja detrás de si a hombres que se
sienten utilizados y desechados.
Afrodita debe aprender a amar a alguien con todas sus imperfecciones. A un
ser humano y no a un dios. Debe descubrir las dimensiones humanas del amor.
Podemos distinguir dos patrones de enamoramiento principales en Afrodita:
- Migajas de amor: cuando se enamora de un hombre que la desprecia o la
maltrata. Y ella subordina cualquier cosa de su vida por las migajas de atención
que de vez en cuando obtiene de él. La relación puede ser de corta o de muy
larga duración. Ella se encuentra atormentada, deprimida e infeliz. Es muy
ambivalente en cuanto a cambiar de situación. Para sentirse mejor debería
terminar con la relación que es adictiva para ella.
- Indiferencia del hombre: Afrodita está enamorada de un hombre que no
quiere saber nada de ella, que la evita y que se siente atosigado por su amor.
Liberarse de cualquiera de estas situaciones es muy difícil para Afrodita, tiene
que reconocer la destructividad de su apego emocional y querer que la relación
se acabe, antes de poder dirigir sus emociones a cualquier otro lado.
Afrodita atrapada en las energías arquetípicas no reconocidas, suele tener una
vida amorosa atormentada, esclava de su pasión y del apego emocional que la
maneja. Ello la convierte en una mujer dependiente, inestable, incapaz de
utilizar plenamente su poder creativo y liberador. Con pocas posibilidades de
desempeñar su papel de sanadora de los hombres por medio de su sexualidad,
porque en sus relaciones se queda en la dependencia y la necesidad de
reconocimiento del otro, lo cual la aleja de su fuerza creadora y de su libertad.
Cuando una mujer se niega su Afrodita la culpabilidad y el conflicto por
expresarla, la llevan a la depresión u obsesión.
Cuando Afrodita suprime su Afrodita, pierde el contacto con una parte esencial
de su yo real, junto con su vitalidad y espontaneidad.
Síntomas histéricos y psicosomáticos
Esta desconexión consigo misma, trae como consecuencia la aparición de
síntomas histéricos y psicosomáticos, que debe aprender a escuchar para
sanar y liberarse de la cárcel arquetípica que la atrapa.
“(…) la sexualidad de la mujer “hereda” toda clase de acusaciones,
injurias, blasfemias y rechazos que conllevan las falsas imputaciones,
generadas con el surgimiento del patriarcado hace más de 3200 años.
Esta historia, toda, es la que las mujeres del planeta Tierra literalmente
cargamos dentro de nuestras vaginas, úteros y ovarios….y es ya tiempo
de descubrirla para darnos la oportunidad de transformarla. (Serrano,
A.S. p.89)
Padeceres histéricos son aquellos que no tienen ninguna sustentación
orgánica. El síntoma ocurre sin ninguna causa orgánica que lo justifique.
El síntoma histérico se llama alteración, dado que una emoción se convirtió en
síntoma orgánico: una función se altera o se pierde, sin que haya ninguna
causa orgánica que la sustente.
La somatización, o mecanismo psicosomático, es cuando encontramos una
lesión provocada por una causa emocional.
Síntomas histéricos
La base de los trastornos histéricos, la podemos encontrar en la necesidad de
reconocimiento, a nivel emocional, en la que vive Afrodita.
Uno de los aspectos en los que Afrodita, presa de su arquetipo, muestra
síntomas histéricos, es en su necesidad constante de reconocimiento verbal de
su valor: tanto en el ser amada como en lo que hace.
Detrás de una aparente seguridad y confianza en sí misma, muchas veces
Afrodita se encuentra representando un papel, de forma inconsciente, que la
atrapa en la opinión de los demás sobre su forma de comportarse y sus
acciones.
Otro aspecto relacionado con los padeceres histéricos de Afrodita, es la
necesidad continúa de nuevas experiencias, principalmente en el terreno
afectivo, lo cual las lleva a tener relaciones en serie. Ello, dado que les aburre y
desespera lo rutinario, lo monótono. Necesita continuamente cosas nuevas
para vivir intensamente, y ello principalmente en el terreno amoroso.
“No es cosa fácil tener a Afrodita como un arquetipo compulsivo. Le
gustan los hombres y les atrae hacia ellas con su atractivo y su interés
por ellos. Su actitud de atención es seductora; hace que un hombre se
sienta especial y sexualmente atractivo. Su atención invita a que éste
responda de manera recíproca, creando una atracción erótica entre los
dos que conduce al deseo de llegar a una intimidad sexual”(Bolen, S.
2010, p. 332)
Afrodita es muy egocéntrica y necesita continuamente la atención de los
demás, lo cual las lleva a vivir experiencias fuera de lo común, permitiéndoles
sentirse superiores.
Ello las lleva también a vivir muchas veces en un mundo de fantasía, en el cual
no toman verdaderamente responsabilidad de sus vidas, ni en lo emocional ni
en lo económico. Muchas veces, las vidas de las mujeres Afroditas son muy
inestables, con cambios frecuentes de pareja, de domicilio, de trabajo. Ello
también porque frecuentemente los argumentos emocionales dominan sus
vidas por encima de los dictados de su corazón.
Pero ahora me doy cuenta de que la mente no SABE nada, únicamente
funciona con las ideas de otras personas, tan solo el corazón SABE (
Tabor, M. 2010, p. 56)
Son hipersensibles emocionales, por tanto muy susceptibles a las opiniones y
críticas de los demás, que no saben tomar con distancia, a pesar de que
repitan frecuentemente que no les importa lo que los demás digan y que viven
su vida “a su manera”
Otra característica histérica de Afrodita, que se da claramente en sus
relaciones afectivas, es el paso de la idealización a la crítica despiadada.
Cuando Afrodita se enamora, no ve en el hombre, al ser humano, sino al Dios.
Luego, por alguna circunstancia que la decepciona, lo desmitifica y se siente
grandemente decepcionada. Ello lleva a lo que anteriormente mencionábamos,
de pasar de la admiración al despreció con mucha facilidad, creándose así
enemigos o dejando a hombres muy defraudados al salir de sus relaciones.
“Una mujer Afrodita puede atravesar una serie de intensas aventuras
amorosas, arrastrada cada vez por la magia (o experiencia arquetípica)
de estar enamorada. Para acabar con este patrón de comportamiento,
debe aprender a amar a alguien con todas sus imperfecciones: alguien
que es un ser humano imperfecto y no un dios. Primero debe
desencantarse de los falsos encaprichamientos; normalmente, sólo la
experiencia puede producir este tipo de desencanto.” ( Bolen, S. 2010, p.
334)
Otro aspecto histérico muy importante en Afrodita es su tendencia a la
manipulación. Colocarse en el papel de víctima o manipular con sus
sentimientos de abandono, hacen que sus relaciones afectivas sean muy
complicadas, pues atrapadas en el arquetipo, difícilmente reconocen en ella
misma dicho juego manipulador. Ello trae como consecuencia, que los demás
se alejen de ellas, y Afrodita, que tiene una gran dependencia emocional y le
da un valor muy importante a los logros afectivos, entra en periodos, más o
menos largos de depresión y victimización.
Afrodita tolera mal la frustración, que la lleva a la caída de forma brusca de sus
estados emocionales y la aparición cíclica de periodos depresivos en los que
presenta algunos o todos de lo siguientes síntomas: cansancio, disminución de
la autoestima, inseguridad, indecisión, tristeza, desesperanza, dificultades de
concentración, angustia y alteraciones del sueño y del apetito.
En los casos extremos, Afrodita traslada el conflicto emocional al ámbito
corporal o somático. Y así podemos encontrarnos con cegueras, sorderas,
afonías, parálisis que no tienen ninguna causa orgánica.
La aparición y desaparición de los síntomas, está muy relacionada con las
circunstancias exteriores en las que vive, tornándose crónicas en la media en
que Afrodita no se hace cargo de su propia energía arquetípica.
“Cuando una mujer Afrodita se vuelve consciente de su patrón de
comportamiento y decide modificarlo, de manera que ella misma o las
personas a las que quiere no queden heridas, se produce un cambio
fundamental. Le es posible, a partir de ese momento, tomar decisiones y
prever y modificar las consecuencias, una vez puede averiguar cuáles
son sus prioridades y ponerlas en práctica.” ( Bolen, S. 2010, p. 337)
El comportamiento histérico es un comportamiento infantil que Afrodita no logra
superar hasta que se asume como tal y se convierte en la mujer independiente
y autónoma, protagonista de su propia vida y que está con quien quiere estar,
sin apegarse y viviendo intensamente el momento, presente en el presente.
Síntomas somáticos
Las características arquetípicas de Afrodita, se manifiestan de modo importante
en dos sistemas: la piel, y el reproductor.
La piel
El sistema cutáneo tiene que ver con el contacto con la realidad, con nuestra
máscara, con la imagen que damos a los otros. Y más interesante en este caso
con límites, con lo que une y separa la piel.
Por la piel, el bebé aprende a sentir las reacciones: las caricias, los rechazos,
el amor, el desprecio. La piel guarda un registro de los aprendizajes y en ellas
están inscritos también los aprendizajes patriarcales, más basados en el dolor
que en el placer.
El placer se relaciona con la seducción y con el erotismo. La seducción tiene
que ver con disfrutar lo que se hace o lo que hace el otro. El erotismo es
disfrutarse y disfrutar al otro.
Afrodita tiene que aprender a pasar del placer de la seducción, que se termina,
al placer erótico, que se renueva cada vez.
Cuando Afrodita seduce, presenta el mejor lado de ella misma, el más
interesante, pero no se presenta en su completitud. En el placer erótico, los
ojos con los que se mira son los del alma, y entonces lo importante no es lo
que se hace sino lo que se es.
Afrodita debe aprender a presentarse y reconocer al otro no desde los ojos de
la seducción, sino desde los del erotismo. Ello le evitará problemas de la piel.
La sociedad patriarcal condena la sexualidad de la mujer Afrodita. Algunos de
los padeceres psicosomáticos con los que nos encontramos cuando nos
sentimos culpables por el sexo, son el herpes, el vitíligo, la soriasis.
En el caso del herpes, nos habla del intento de controlar una relación
tormentosa fracasada.
El acné también es una expresión de la sexualidad no vivida, vivida con temor
o con vergüenza y reprimida.
La dermatitis atópica, alergia en la piel, tiene que ver con la reciprocidad. Se da
como respuesta emocional al temor a la exclusión, al rechazo, situaciones que
Afrodita sufre mucho en la sociedad patriarcal
Sistema reproductor
El sistema reproductor, por su parte tiene que ver con la creatividad. También
tiene que ver con la separación – el sistema reproductor del hombre y de la
mujer son diferentes- para luego volver a la unión.
Este aparato se relaciona también con los legados, las herencias y los
proyectos a largo plazo.
Hay que aprender a entregar todo, sin querer que el otro sea como uno. Y en
este punto nos encontramos con uno de los temas claves de Afrodita. Si bien
por un lado excita para frustrar, lo cual significa no entregar nada, por otro lado,
es común en Afrodita que se enrede en relaciones tormentosas, en las que
puede permanecer mucho tiempo, y a las que pone mucha energía, sin llegar
jamás a estar satisfecha porque quiere que el otro sea no lo que realmente es,
sino el ideal que ella se ha creado de ese otro.
Afrodita puede tener relaciones en serie, pero sigue sintiéndose vacía. Para
enfrentar ese temor a la soledad, debe reconocer que lo que busca afuera, en
el otro, está dentro de ella misma. Cuando Afrodita se reconcilia con sus
propios huecos existenciales, logra hacerse responsable de su vida.
Otro aspecto importante que Afrodita debe aprender del aparato reproductor,
es que este es interior y psíquico y muy conectado con la luna y con los ciclos.
La mujer es cíclica y cambiante y debe reconciliarse con ello En razón de ello,
la mujer es cambiante emocionalmente y debe aprender a fluir con estos
diferentes momentos. Afrodita sucumbe a los cambios, no los vive en el
presente. Debe aprender que, como ella misma, los vínculos son cíclicos y que
hay que saber soltar, dejar ir, no poseer. Las relaciones de dependencia que
establece Afrodita son patológicas. La inestabilidad emocional que la
acompaña frecuentemente, puede dar lugar a la polimenorrea, trastorno que
consiste en la presencia de menstruaciones con intervalos menores a los 28
días habituales.
“Eres mujer y tu fuerza radica en el hecho de que no eres constante,
pues el ritmo del cambio es el ritmo del universo”( Gray, M. 1994, p. 46)
En el ovario se encuentra la identidad de la mujer. Los problemas ováricos son
reflejos de problemas de identidad. Afrodita, por mandato social, se niega
muchas veces su propia identidad Afroditica y se reprime como tal. Sucumbe a
la presión social que la juzga y la condena y trata de reprimir la esencia de su
ser. Esta negación de su propia energía arquetípica, se puede manifestar en
problemas de ovario, enfermedades venéreas, tumores del útero,
enfermedades de las mujeres, tumores y enfermedades de las caderas y las
enfermedades que se presentan en general en el sistema reproductor.
“Los ovarios constituyen el símbolo más directo de la condición
femenina. Cuando hay problemas allí es que hay un conflicto que afecta
muy hondamente a la mujer, en el centro de su propio ser” (Grecco, E.
2001, p. 101)
Cierre
Como conclusión, quisiera señalar que reconocer la Afrodita interior es una
tarea no solo de las mujeres, sino de la sociedad entera.
Las mujeres tendremos la posibilidad de reconectarnos con nuestra sexualidad
mágica que es sanadora para los hombres.
Reconciliarnos, hombres y mujeres, con la Afrodita interior de cada uno, es dar
un paso más hacia la libertad como seres humanos y hacia la construcción de
una sociedad más equilibrada que reconozca al amor como única posibilidad
de sanación y renuncie al poder como instrumento de división yoica de las
personas. El camino del amor, a través del reconocimiento de nuestra
sexualidad como instrumento de conexión con el alma, nos abre una puerta
para romper con el mandato patriarcal presente en todos los ámbitos de
nuestra vida actual.
Thomas Moore, ilustra muy bien este sentir:
“(…) porque el sexo toca lo más profundo de nuestra alma, y los deseos
complejos relacionados con él alcanzan nuestra misma esencia. El sexo
representa vida. Cuando uno goza de un sexo satisfactorio siente que la
vida es satisfactoria y positiva. Cuando el sexo no es satisfactorio, uno
tiene la sensación de que todo va mal.” (Moore, T. 2005, p. 236)
“El sexo conlleva precisamente los elementos más importantes para el
alma: amor, curiosidad, fantasía, deseo, placer, intimidad y sensación”
(Moore, T. 2005, p. 238)
“El amor es una noche oscura. Buena parte de las noches oscuras se
deben al amor. Cuando consiga renunciar al intenso resplandor de la
conciencia y la comprensión, quizá descubra que puede vivir en este
mundo de forma más oscura, dejándose llevar por el amor y el deseo en
lugar de lo racional y el control. No es preciso que renuncie a su
intelecto, pero debe conceder al amor su dominio natural.” (Moore, T.
2005, p. 207)
“Si el mundo fuera capaz de vivir según el principio del amor, hallaría su
sanación y renacería” (Moore, T. 2010, p. 205)
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